Plata en basket y plantandole cara a los EE.UU

Han tenido que pasar 24 años para que España se volviera a colgar la medalla de plata en unos Juegos Olímpicos, como tuvieron que pasar 21 para que la generación de 1959 (Epi, Romay, Fernando Martín...) se reencarnara en la generación de 1980 (Pau, Navarro, Raúl, Felipe). Una cuestión de genética, si se quiere, pero la distancia en el tiempo de estos fenómenos hablan de lo extraordinarios que son: generaciones como estas dos siempre van a ir separadas por décadas.

España comenzó el torneo de una forma sensacional, ganando sin dificultades a la siempre temible Grecia, y luego pasó más de puntillas contra China (victoria apuradísima, remontando y en la prórroga) y Alemania. Parecía que se había perdido la magia.

Contra Estados Unidos llegó la debacle: 38 puntos eran demasiados a ojos de todos, y la imagen que se dejó no fue buena. Tiempo de rearmarse. Así lo hizo la plantilla de Aíto, con una química por encima de todo, ganando a Angola por 48 puntos y reubicándose en su ser: el de un equipo campeón.

Unos cuartos de final plácidos contra Croacia, con una defensa simplemente magistral, fueron sólo el previo de la semifinal que aseguraba la medalla. Una Lituania preparadísima, oponiendo mucho músculo al peligro de Pau Gasol, puso unas dificultades extremas, pero de nuevo la defensa hizo historia. España acabó el partido nerviosa pero contenta, y regresaba a la final 24 años después.

Y llegó la final. Revancha contra el 'Redeem Team' que por entonces ya había reconquistado la etiqueta de 'Dream Team'. El resultado de la primera fase tenía que quedar olvidado, y así fue. España plantó cara en todo momento, perdió por 11 puntos (118-107) y tuvo opciones hasta que faltaba un minuto. España hizo el mejor partido de su historia y cayó ante el mejor equipo posible. Un equipo que nos hizo sentir muy orgullosos.